“Recuerda, por ejemplo, cuando abraces a tu
hijo, tu marido, a tu esposa, que estás
abrazando a un mortal. Así, si uno de ellos muriera, podrías soportarlo con
entereza.” Epicteto
Ayer
en la tertulia, tuvimos el honor de escuchar y debatir con el Doctor Luis
Montes, sobre las diversas cuestiones que se suscitan al hablar de la muerte,
de lo que se considera una muerte digna, y de lo que significan los términos
que se utilizan para designar los diversos tipos de ayuda profesional a las
personas que van a morir, y como está actualmente legislada esa labor médica.
Vaya por delante mi agradecimiento a Luis por dedicarnos su tiempo y compartir
sus conocimientos con nosotros. Hablamos del bien morir, de eutanasia, que
precisamente significa “buena muerte” este término que viene siendo tan
denostado por quienes practican siempre una doble moral. Hablamos también de las
diferentes formas de eutanasia: la activa que supone provocar la muerte de
forma directa, recurriendo a fármacos; la pasiva en la que se deja de dar el
tratamiento que mantiene la vida del enfermo. Y el suicidio asistido que
significa que se le proporciona a la persona enferma, con conocimiento de
causa, los medios para llevarlo a cabo. La legislación española castiga con
cárcel al cooperador necesario (todos recordamos el caso de Ramón Sampedro, no
condenaron a su amiga porque no lo pudieron probar, cuando el delito prescribió
ella misma lo contó) Hablamos de la medicina paliativa, que ayuda a los
enfermos a sobrellevar sus últimos momentos, de la importancia que tiene este
servicio para las personas en fase terminal, la diferencia fundamental entre
tener una buena o una mala muerte. Hablamos de la libertad de las personas a
elegir si desean ser tratados o no, la ley no hace demasiado tiempo que nos
permite esa elección. Se puede prever incluso la posibilidad de que llegado el
momento de la muerte no seas competente para decidir, por estar en coma o algo
así, a través de un Testamento Vital,
cualquier persona puede dejar por
escrito su deseo de no ser medicado para tratar de alargar la vida
artificialmente. Los médicos tienen que atenerse a los deseos del enfermo.
Todos
teníamos preguntas o reflexiones que hacer, muchas se quedaron en el tintero,
porque la hora se nos echaba encima y seguíamos con este debate tan
interesante, casi todos teníamos dudas en cuanto a cual sería o ha sido nuestro comportamiento
con nuestros seres queridos en el momento de la muerte ¿Seríamos capaces de
decidir por ellos o no? En el caso de
ser competente la persona enferma ¿Le conviene saber la verdad o se le oculta
la realidad del proceso que está viviendo? ¿Es correcto este ocultamiento?
¿Cómo está la legislación sobre la eutanasia en otros países? ¿Y para los
niños, hay una legislación diferente? Cada uno expresamos pensamientos diferentes seguramente sobre estas
cuestiones, pero lo que sin duda unía a todos era la idea primordial de que las
personas podamos tener la mejor muerte posible. Hablar sobre la muerte y
debatir sobre ella nos hace soltar el lastre del tabú, manifestar nuestros
temores y miedos, nos ayuda a hacernos plenamente conscientes de su
inevitabilidad, para poder afrontar con entereza (como dice Epicteto) la muerte
de nuestros seres queridos y finalmente la nuestra.
La crónica tiene doble sesión por así decirlo, primero el debate y después
hablar de la lectura del mes “Los viajes
equivocados” de Clara Obligado, un bonito libro de relatos, o una novela
escrita de relatos, según se mire. Va haciendo círculos con los relatos que se
van uniendo entre sí, en forma de espiral, a causa del azar como en la vida
misma. Escribe sobre el drama del exilio y la emigración, el desasosiego de las
personas que tienen que huir de las guerras y los conflictos, y de la
dificultad para arraigarse en los lugares donde recalan. De trenes llenos de
españoles exiliados del país por la guerra, que desde Francia los llevaban a
construir los campos de exterminio nazis. Trenes que llevan a los que buscan un
amor perdido, o los que huyen del desamor. Decisiones que se toman en la vida,
que a la vez desencadenan sus efectos colaterales. Trata también del silencio
de la gente “de la buena gente” ante la barbarie, de cómo la gente calla y se acaban
convirtiendo en cómplices del mal. Casi
todos los relatos unidos por Luyba la pequeña a la que la autora da un papel
protagonista, reescribe para ello la famosa escena del semáforo de los “Puentes
de Madisón”: Francesca no vuelve con su marido, se va con su amor, con Robert, el
afamado fotógrafo, a recorrer mundo, esa decisión traerá como consecuencia la tragedia para la
vida de Luyba, finalmente la poética literaria hace que Robert ya anciano,
muera en los brazos de Luyba, tratado con compasión y ternura, acompañándole en
sus últimos momentos. La autora llena de simbología sus relatos, muy bien escritos.
Hoy
me he explayado, la tertulia lo merecía. Doy la bienvenida a los nuevos
contertulios y contertulias.
Por
supuesto la pos-tertulia estupenda como siempre, cañitas, tapitas y vinitos en
la Jara, con buena conversación y buen rollo tertuliano, tal como
acostumbramos.