Esta
vez no puedo hacer la crónica de la tertulia porque no pude asistir, tengo que
conformarme con escribir mis impresiones sobre la lectura, me hubiera gustado
mucho mas haberlo debatido con vosotros, siempre es enriquecedor escuchar la
visión que cada uno ofrece sobre el “mundo” que nos plantea el escritor.
En
mi opinión “Nos vemos allá arriba” no tiene desperdicio, contiene multitud de
lecturas, cada uno puede encontrar en esta obra lo que desee: una buena dosis
de intriga durante toda su lectura, con momentos intensos en el transcurso de
la misma y con un final a ritmo de vértigo (esto para los que gustan del
suspense y la aventura) Para los que buscan trasfondo social, contiene una denuncia explícita al militarismo, a la corrupción
política y a la avaricia del capitalismo al que siempre le viene bien una
guerra (El otro día Aznar decía sin cortarse un pelo que España había salido
ganando con la guerra de Irak, hace falta carecer de moral para hablar así
después de la de muerte y destrucción que ha traído esa guerra ¡Ha pasado un
siglo desde la Gran Guerra y todo sigue igual)!.
La
novela contiene así mismo durante todo el relato una lucha psicológica de los protagonistas
con la relación que mantuvieron o la que no pudieron mantener con sus respectivos
padres, y lo que ésta marcó sus vidas (para los que gusten del drama
psicológico) Todo ello aderezado como una buena novela de picaresca, tipo
Lazarillo de Tormes: en esta unos desarrapados como él, que no interesan a
nadie, buscan la forma de sobrevivir a la miseria con malas artes sí, pero también de justicia. Sin olvidarnos de
un género literario creado por nuestro querido Valle Inclán “el esperpento”. Creo
que hubieran hecho las delicias de nuestro querido Valle las caretas de
Édouard, así como las alas de ángel verdes cosidas a sus chaquetas, la cabeza
de caballo de Albert, o los personajes tan grotescos que aparecen, como el
inspector del ministerio, el inepto y asqueroso alcalde del distrito, o el
general deseoso de pasar a los libros de historia.
Recuerda
en mi opinión a otros grandes literatos, por ejemplo a Víctor Hugo: los
múltiples encuentros del teniente Pradelle con Albert y Édouard se asemejan
mucho a los protagonizados por el inspector de policía Javert, el que persigue
sin cesar a Jean Valjean en Los Miserables. Además de que el relato te hace aprender
los nombres de los personajes en francés, a mí me lo ha recordado continuamente
también por eso ¡casi esperaba encontrarme en cualquier página con Jean Valjean!
El autor habla de una determinada época en Francia, y, aunque no es tan
riguroso con la historia como Victor Hugo, si que se ha basado en hechos reales
para narrar la sordidez de aquella posguerra, tras la 1ª Guerra Mundial: el
caso de los cementerios militares que se convierten en negocio para los
desaprensivos y como acaban enterrados allí los soldados, haciendo pasar por
franceses cadáveres alemanes, sin importarles buscar sus identidades, saqueándolos
por doquier, etc. (Al leer esto me recordaba el caso del accidente en Turquia
del Yak-42, y como los militares torticeramente pretendían esconder sus miserias
y sus corruptelas engañando a las familias sin investigar los restos de los
muertos, poniendo los nombres de estos al
azar ¡esto ocurría hace nada en España! Un siglo después)
Dentro
de tanta mezquindad, el autor nos presenta actitudes absolutamente
desinteresadas, que representan un mensaje de esperanza, como la de Albert
hacia Édouard. La honestidad a prueba de fuego del inspector del ministerio, o
el final generoso de Édouard que permite que su amigo pueda vivir al fin libre
y sin apuros.
Por
todo ello, ya digo que en mi humilde opinión, es una gran novela, no me extraña
que le hayan dado un premio.
En
fin, ya conocéis mi tendencia a explayarme, espero que os sirva para algo esta
opinión, me gustaría leer las vuestras, así me haré idea de haber estado en la
tertulia.
Un saludo
Esperanza