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viernes, 17 de enero de 2020

Enero: "Esta tormenta" James Ellroy


Feliz año nuevo y feliz lectura nueva, en este caso "Esta tormenta" de James Ellroy.



James Ellroy retoma la historia de Perfidia con esta nueva y brutal entrega del segundo Cuarteto de Los Ángeles.

Os esperamos el 29 de enero a las 18,00 horas en la Biblioteca del IES Pradolongo.


CRÓNICA DE "LECTURA FÁCIL" POR TRINIDAD LABRADOR


“¿Por qué es Plinio Pacheco un neoliberal? (…) Pascual Pérez vincula el trabajo con el hecho de “tener voz en esta sociedad” .Considera que solo los creadores de valor económico son a su vez de creadores del valor moral por el que merecen tomar la palabra” (1)
Lo que hace Cristina Morales en esta novela es dar voz a los que no generan valor económico pero si valor moral.
La ética habla, como en tantas ocasiones a través de la estética, en este caso la estética de la danza. Los bailarines no son hermosos y aún así la pieza destila una rara armonía al conseguir destapar  las más variadas hipocresías sociales, económicas, institucionales, patrióticas y sexuales.
 ¡A la mierda todo porque todo huele a mierda! Diría la  Nati en un ataque de bastardismo.
He leído algunas críticas de la novela que la tachan de incalificable, pero creo que se integra perfectamente en la tradición literaria española de la novela picaresca de carácter moralizante.
Las mujeres que la protagonizan, son y no son a un tiempo, no hay manera de encasillarlas porque cuando las metes en un molde, se diluyen y se escapan. Son pícaras que se ríen de sus captores, sus humilladores, sus explotadores, en una palabra sus manipuladores
.¿Y qué hacen el Buscón o el Lazarillo? Lo mismo, desenmascarar a sus amos y burlarlos, señalar su avaricia, su falsa piedad, su ceguera moral. Por eso hay momentos en los que la lectura de esta novela no se hace nada fácil, ya que nos interpela moralmente.
Este libro es un panfleto reconocible como panfleto, un acto limpio y sincero, una rara avis en el universo de la post verdad.
Los personajes son seres asociales en una sociedad enferma basada en la eficiencia y defensora entusiasta de la “normatividad y el adocenamiento”. A lo largo de toda la novela las instituciones sociales intentan recolocarlos, pero ellos reniegan activamente de ser colocados, de ser tratados como cuerpos sobre los que hay que imponerse a los que hay que castrar para su protección, sobre los que hay que actuar para intentar que entren en algún molde reconocible.
Una pregunta atraviesa toda la lectura ¿qué le ha hecho el sistema capitalista y su cultura mercenaria a nuestros cuerpos?
No nos gusta tocar a los cuerpos que no responden al canon de belleza prefijado, a esos que no son atractivos, que calificamos de deformes, enfermos o viejos.
Pero esta novela los toca con todas las palabras posibles, con todas las manos posibles “No conseguí que me lo tocaran todo durante el ejercicio, pero si conseguí que llegada la tercera fase, la mayoría de los manipuladores dejaran las manos allá dónde el fragor propio de una manipulación tan masiva se las había puesto”
Hacía tiempo que no leía una novela tan estimulante, una novela que danza, que es cuerpo, que provoca, que desarma, que destruye discursos estereotipados, poses, pases y portes.
Una novela que utiliza materiales de derribo literario para levantar un discurso que quiere ser libre no solo libertario.
Un sartenazo a las conciencias bien instaladas y a aquellos que no son capaces de pensar más allá del marco que les ha sido impuesto.
Que a esta novela le hayan dado el premio Herralde primero y el nacional de literatura después me permite acariciar por unos momentos la sombra de la esperanza.