Seguidores

sábado, 18 de enero de 2025

CRÓNICA DE BETTY, NOVELA DE TIFFANY MC DANIEL

Crónica realizada por Lorenzo

Betty es uno de esos libros que va a tú encuentro. Fue la recomendación de una librera de Castro Urdiales lo que me llevó a leer una historia muy fuera de mis límites geográficos, culturales y de época, pero que me llegó al alma, esa que habita en nuestra nariz.

Tiffany McDaniel escribió este libro con tan sólo 18 años. Layla Martínez nos cuenta en su prefacio que Betty  fue su primera novela. Nadie quiso editarla. Los agentes literarios le decían que era demasiado oscura, demasiado personal y demasiado femenina. Le aconsejaron que eliminara todas las referencias a la menstruación para no incomodar a los lectores, que añadiera relaciones románticas para atraer al público femenino y que cambiase la voz de la narradora por una masculina para vender más. Varios agentes ni siquiera creyeron que las mujeres de su familia hubieran pasado por todo aquello. Pero Tiffany es la hija de Betty, la contestataria, la rebelde, la que es capaz de enfrentarse a todo un sistema educativo vistiendo pantalones cortos y decirle al director del colegio que las mujeres no tienen ninguna responsabilidad sobre los pensamientos lascivos de los hijos de las mejores familias de Breathed. Tiffany, al igual que Betty, no necesita que le regalen flores y que la salven de nada, porque ella es autosuficiente como para saber qué es  lo que quiere contar y cómo lo quiere contar. Entonces Tiffany, al igual que hubiera hecho Betty, se revolvió y escribió 8 novelas más en 2 años y una de ellas, El verano que lo derritió todo, fue un completo éxito, permitiendo a la autora publicar por fin este homenaje a su madre.

Pues sí, estas cosas que nos relata Tiffany les ocurren a las mujeres y a las otras razas diferentes a la blanca. Por eso deben ser contadas, por lo menos hasta que Dios apague las luces del mundo y no vuelva a encenderlas hasta que todos, en tinieblas, comprendamos que somos iguales en esencia. Pero Tiffany hace de la necesidad virtud y nos regala un libro con magnificas descripciones del paisaje y del paisanaje, además de su tremenda maestría a la hora de perfilar la psique de todos los personajes. La naturaleza, el huerto, los Apalaches, el río, la ciudad, la casa. Esa casa a medio derruir, hábitat de una familia en un equilibrio frágil entre el crecimiento y la descomposición. La casa funciona perfectamente como metáfora de su familia, con un padre maravilloso, Landon,  intentando mantener en pie ese hogar en medio de las tempestades que azotan sus muros, tempestades hechas de historias truculentas que ha sufrido la madre de Betty, una mujer poseída por los demonios de su familia, con el abuelo Lark como personaje maligno y depravado, su propia madre anulada por dicho demonio colaborando en las atrocidades y un hermano ahogado por un padre que no ve la viga en su ojo y obliga a comerse la biblia, página a página, como castigo por ser homosexual.

La biblia está muy presente, esto es Estados Unidos amigos, cada capítulo está precedido por un versículo, mientras que el texto, en contraste, destila el pensamiento animista de Landon, lleno de fantasía pura, un ser lleno de luz, contador de estrellas, rescatador de caballos inútiles, capaz de hacer crecer un limonar en cualquier bosque, cuidador infatigable de los suyos, de la naturaleza y de su huerta. Su huerta, otro símbolo vital, que representa cómo crece aquello que amas. El huerto como herencia femenina de su cultura cheroqui. Huerta que se destruye cada vez que hay una tensión familiar, una vez más la tensión del pasado haciendo de las suyas. Porque el pasado no es algo que simplemente existió, pues se hereda, al igual que se hereda el color de la piel y esta herencia familiar, en este caso, es ponzoñosa y tremendamente cruel.

Tiffany dice que Landon es el barro y Alka, el agua, difícil combinar estos dos elementos y que salga algo a flote. La madre de Betty es la plena oscuridad de un pozo negro infinito, en contraste con Landon, que es el cielo azul que se ve desde el fondo del pozo. La madre ejerce de absoluto contrapunto de Landon, y baja a Betty de la nube de fantasía construida por su padre. Pero la baja violentamente, para estrellarla contra la tierra dura sin contemplaciones, contándole dramas fuera de lugar a una niña de 9 años, matando a unos gatos simplemente para hacer daño a la niña que los cuida, siendo muy cruel con una niña que necesita su ayuda y que tan sólo pide un vestido con alas de cigarra en Halloween para parecer una princesa. Su único acto de constricción es cuando reconcilia a Betty con su padre al relatar cómo su padre se sabía las estrellas que lucían las noches en que sus hijos nacieron, para acabar contándole que la noche que nació ella fue la noche más estrellada de todas. Por fin un poco de tregua, al menos este guiño nos acerca un poco a una madre muy poco edificante.

Otro personaje odioso es Leland. Se trata de la perversidad hecha persona, posesivo, aniquilador, manipulador y retorcido, que consigue cometer su fechoría sin que Betty le delate. Tan sólo la autora consigue levantar esa pesada carga a Betty contándonos esta historia, haciendo un tributo a su madre. Gracias por ese final en el que Betty termina repudiando a ese ser inmundo. En contraste con Leland, tenemos a la dulce Fraya, la sensible y cuidadora Fraya, la que se sacrifica por la familia, callando una atrocidad cometida por un ser vil.

Por otro lado, Flossie es la representación misma de la sociedad mediocre americana, construyendo su identidad con los tropezones de la cultura televisiva, como cualquier otro americano medio, con sueños de grandeza que no se cumplen, principalmente por falta de personalidad. Sin gestos de generosidad, siempre pensando en sí misma, maltratando a su hermana por su piel, ni más, ni menos que Ruthis, la vecina rica de los Carpenter, como los profesores, como los ciudadanos que lanzan sus prejuicios misóginos y racistas en el periódico de Breathed.

Parece que el arte es capaz de liberar a las almas atormentadas. Fraya no pudo salvarse cantando, pero Betty pudo superar sus condiciones vitales escribiendo, enterrando todo lo malo en el quinto pino, asimilando su identidad como cheroqui, amando a su padre sobre todas las cosas, enviando a su odioso abuelo las tormentas que le dibujaba su hermano Trustin, arrancando el alma a Leland sin darle nunca tregua. ¡Bien por Betty!

Este libro es tremendo, un dramón, pero rezuma belleza y alegría por vivir. Es un libro de superación, de realismo muy doloroso, pero a la vez está cargado de magia, la magia que rezuma Landon, todo un mito, un personaje de leyenda, artífice del milagro de Betty. El milagro de la construcción de una identidad, que no deja de ser como un parto, un parto que ocupa toda una vida, un parto que en este caso no puede ser indoloro. Tiffany nos relata esta historia y para ello llega al tuétano, a la medula, al nervio central, y duele, duele mucho, pero para llegar ahí hay que romper hueso.

Para cerrar esta crónica recibid un montón de buenas noches de mi parte, todas ellas escritas y guardadas en un bote durante las noches que hemos compartido este libro.