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viernes, 14 de octubre de 2022

CRÓNICA "LA VIDA ANTERIOR DE LOS DELFINES" POR TRINIDAD ANDRÉS

 La vida anterior de los delfines

Kirmen Uribe

Lamiak. Si preguntas a un bilbaíno por este nombre, te indicara un bar en el Casco Viejo que desde los años ochenta regentan un grupo de mujeres que encabezaron en aquellos años el feminismo vasco.

Muchas tardes de mi juventud las pasé sentada sobre las mesas de mármol de ese bar. El sorprendente nombre de esta novela hace referencia a los hombres que eran castigados convirtiéndose en delfines por enamorarse de estos personajes mitológicos vascos, una especie de sirenas hechiceras.

Y es que los personajes de Rosika Schwimmer, pacifista y feminista y su secretaria y amiga Edith Wynner que recopilará sus andanzas en una biografía fallida, son los de dos Lamias que convierten al escritor Kirmen Uribe en un delfín que en vano intenta abrirse paso en una historia tan rica y tan inmensa como la de principios del siglo XX.

Figuras como Ford se verán arrastrados en su tiempo por la pasión de Rosika por la paz, por una humanidad más justa y consciente y es esa capacidad de seducción que tiene el personaje la que nos arrastra tras la investigación de Uribe y la que a la vez nos decepciona porque nos deja con ganas de saber más y nos enfrenta a la impotencia del narrador para contárnoslo.

Y esta impotencia también se intuye en el personaje de Edith Wynner que tampoco consigue urdir un relato sobre su amiga, tal vez porque hay pasiones que desbordan cualquier relato.

Obedeciendo a ese estilo de Uribe que mezcla lo biográfico con la ficción, la historia de Rosika se entrelaza con el relato que cuenta la historia de su familia y lo que supone para ellos su emigración a New York.

Partiendo de que  viven una emigración privilegiada con una beca de Uribe para escribir la novela y unas condiciones más que aceptables, está repleto de pequeños percances y de dificultades agravadas por la pandemia y por unas condiciones políticas de extrema polarización en unos Estados Unidos gobernados por Trump.

Otro mimbre con el que se va a intentar tejer esta novela es la historia de la relación de la mujer del escritor con su mejor amiga que acaba enredada en ETA y alejándose de ella, con el transfondo de un pueblo como Ondarroa. 

Es indudable que las tres historias tienen interés e incluso podemos encontrarles cierta relación pero la sensación que nos deja esta novela es que estos mimbres no han dado, por esta vez, un buen cesto.

Parece que Kirmen Uribe hechizado por las Lamias quiso y no pudo escribir la novela que fue a escribir a New York.


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