Seguidores

lunes, 23 de octubre de 2023

CRÓNICA "INTIMIDADES" POR ROSA MUÑOZ

 

Kate Kisamura, Intimidades, lunes 23 de octubre de 2023 
Laura propuso esta novela porque había escuchado hablar de ella a Juanjo Millas que resaltaba su originalidad e interés. Siempre que la recomendación es entusiasta, el peligro de la decepción es grande y a algunos les pareció que la obra trataba tantos asuntos  que no profundizaba en ninguno. Tampoco se acaba de ver dónde estaba su gran originalidad.

 Por mi parte no la consideró una obra redonda y me parece irregular aunque  tengo que reconocer que la he leído  con mucha atención pues me sorprendió como un intento de elaborar un pequeño y fragmentario diccionario de  distintas manifestaciones de la intimidad en el mundo actual  que toma  como hilo conductor la vida de la protagonista. No las voy a mencionar todas, pero ahí van algunas. 
La protagonista, que ha conseguido un puesto de traductora en la Corte Penal Internacional, llega a La Haya desde New York  arrastrando la sensación de embotamiento que le ha provocado el duelo por la muerte de su padre y cierto desarraigo propio del que se mueve entre dos culturas o dos lenguas (inglés/japonés). El apartamento que alquila es un lugar del que no se apropia y el contraste se expresa por comparación con la casa recién comprada por su amiga Jana (de madre Serbia  y padre etíope) que a pesar de estar situado en una zona conflictiva es un lugar donde “todo tenía su sitio”. Los duelos transcurren en la intimidad de nuestras emociones, aunque  sin duda condicionan nuestra capacidad de habitar los espacios. Paradójicamente cuando inicia su compleja relación con Adrian (su mujer se ha ido a Lisboa con sus hijos y otro hombre) consigue vincularse afectivamente  a su apartamento y estar a gusto en él  a pesar de la ausencia de Adrian que tiene que viajar a Lisboa a arreglar su situación familiar y durante varias semanas está desaparecido. Qué intimidades se comparten con parejas que tienen ya construida una familia y una biografía previa podría haber sido un tema interesante, que sin embargo queda algo escorado por la dependencia afectiva que muestra la protagonista respecto a Adrian, al final su único motivo para  permanecer en  La Haya. 

Las reflexiones más interesantes sobre las diversas manifestaciones de la intimidad tienen que ver como se vehiculan a través del lenguaje en el oficio de un intérprete. Así ella explica que en el ejercicio de su profesión se agarra a la precisión para evitar que por debajo de las palabras se abran grandes abismos entre dos o más idiomas e insiste en el carácter teatral de los juicios que provoca que incoherencias de la traducción socaven la fiabilidad de los testigos.  La autenticidad del ser víctima o culpable que podríamos pensar que queda encerrada en la intimidad de cada uno, tiene que someterse a las reglas del artificio para aparecer como tal ante el tribunal. Habría una profunda contradicción entre la naturaleza íntima del dolor de las víctimas y el Tribunal como esfera pública donde  el juicio no es más que una calculada y compleja representación. 

Resulta especialmente interesante la descripción de la relación de intimidad que se establece entre el acusado y el intérprete que traduce sus palabras. A veces los dos son los únicos en la sala capaces de entender lo que se está diciendo. Además, muchos de los acusados (criminales de guerra) son conscientes del aura que les acompaña y escenifican su carisma ante el tribunal con  el respaldo del equipo de abogados que les asesora y protege.  Para estos acusados el intérprete es un simple instrumento, alguien sin voluntad ni juicio, una zona libre de conciencia dónde poder escabullirse. Finalmente hay una conclusión bastante devastadora que deberíamos tener más en cuenta: un juicio exige mucho más  a las víctimas que a los acusados y esta exigencia tiene mucho que ver tanto con el respeto a la intimidad del que ha sufrido y se siente vulnerable como  con la voluntad de  representación del que se siente seguro de su poder y fuerza.

Jana, la amiga de la protagonista, trabaja de conservadora en el Mauritshuis de la Haya y organiza una exposición dónde aparece uno de los cuadros que se pueden ver en la exposición  Maestras en el Thyssen .  Se trata de Hombre ofreciendo dinero a una mujer joven  de  la pintora flamenca Judith Leyster. Es interesante la ambigüedad de su posible interpretación: ¿Escena de alcahuetería o proposición matrimonial? Lo que dice la autora de las palabras sirve también para los gestos : es difícil evitar que se abran grandes abismos en los espacios en que se encuentran diferentes intimidades.

Hombre ofreciendo dinero a una mujer joven



No hay comentarios:

Publicar un comentario