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jueves, 24 de abril de 2025

CRÓNICA DE SOLO UN POCO AQUÍ, DE MARÍA OSPINA PIZANO

Crónica realizada por Isabel Merino

 

Hemos leído este libro, que a nadie ha dejado indiferente. A unos les ha gustado, pero no lo recomendarían; a otros no les ha enganchado; una colega no ha sido capaz de seguir leyendo; a otras nos ha gustado y lo recomendaríamos.

 Me encantaría que viviesen el mismo chute de viaje vivido más allá de mi realidad.

 Ya el título es muy sugerente, extraído de un poema muy hermoso y revelador. Diferentes poemas inician los capítulos llenos de denuncias que solo enuncia.

 Es un libro que te transporta al ritmo de cada una de las criaturas que habitamos la tierra a través de sus vivencias, de su forma de ver y compartir el espacio, tomando consciencia de otras formas de vida.

 Se plantean muchos temas profundos sin apenas nombrarlos. Al menos la autora intenta ver el mundo desde un prisma no egocéntrico ni antropocéntrico, y hacernos sentir y cuestionarnos sobre la forma de habitar el espacio a compartir, la soledad, la memoria, la migración deseada, la forzosa, las diferentes formas de violencias contra el hábitat, contra seres vivos, pero también la complicidad, el amor, la amistad interespecies. Todo desde una mirada que te brinda la oportunidad de ver el mundo con ojos de unas perras, de una tángara escarlata, de un escarabajo o una puerca espín. Algunos animales tienen nombre propio; algunas personas ni tan siquiera.

 A través de sus palabras envolventes con cierto tempo poético te eleva y acabas imaginando ser Kati o Mona, y sientes en propias carnes sus vicisitudes, sufres, gruñes, huyes, y te lames con ese lametón que todos hubiésemos necesitado para seguir con más seguridad. El hogar, el abandono, la no pertenencia, el querer.

 Con la tángara escarlata he volado a su lado, he sufrido lo indecible. He acompañado a ese hombre con su nieta a enterrar aves extenuadas. He sentido el aire, la tormenta, el horror de los edificios que matan de agotamiento, el deseado refugio en la copa de un frondoso árbol, su hogar, que cada vez cuesta más encontrar en las rutas migratorias, unas deseadas otras forzosas, unos surcando los aires, otros viviendo por años en zulos por ser migrantes y estar sin papeles, ambos con el miedo siempre asechando. El valor y la fuerza de generaciones de tángaras y otras aves surcando los cielos son inexplicables, y cada vez están más mermadas sus hábitats, sus moradas que habitan de forma fugaz sin sentido de pertenencia, pero necesarias a lo largo del camino.

 El escarabajo y el puerco espín con sus circunstancias vitales te hacen sentir la cortedad de la vida, el desarraigo, la orfandad, el apego a tu entorno, a la tierra. La humana que entrega a la puerco espín a un centro de recuperación para la fauna demuestra un amor entrañable, de esos amores interespecies inconcebibles.

 Los personajes viven más pendientes de los animales que los animales de los humanos; algunas de estas personas con sus vidas resueltas, pero solitarias, otras arrastrando la dureza de una vida sin comodidades ni libertades (solo por el hecho de ser migrante o pobre), la incoherencia de poder parar un aeropuerto para dejar pasar miles de aves y no ser capaz de ver a tus padres vivir en paz por no tener papeles, conseguidos para ella, pero no para sus parientes. Todos buscan en la naturaleza dar sentido a sus vidas y sentirse menos tristes y solitarios.

 Todos pendientes de un mundo cada vez más hostil para cualquier ser vivo.

Hasta que empieza a brillar, de Andrés Neuman


 

martes, 18 de marzo de 2025

Solo un poco aquí, de María Ospina Pizano

 


CRÓNICA DE LIMPIA, DE ALIA TRABUCCO

Crónica realizada por Miriam Talavera

El libro de este mes, Limpia, ha dejado una fuerte impresión en el grupo de tertulias. Con una escritura joven pero profunda, la obra explora temas como la soledad, la explotación y la violencia silenciosa.

 La protagonista, Estela, es cuidadora de una niña rebelde y es la empleada del hogar que vive en un mundo de aislamiento. Su única compañía es una perra, con quien tiene una relación especial, casi humana.

 La novela ha generado debate: algunos la encuentran repetitiva si ya leyeron Las homicidas, pero otros valoran que dé voz a quienes no la tienen. Estela representa a las personas invisibles, aquellas que trabajan sin descanso, como refleja la frase "no trabajamos para vivir, sino que vivimos para trabajar". Muchas lectoras se identificaron con sus experiencias como cuidadoras o empleadas del hogar, e incluso recordaron su paso a Chile, un lugar que, por sus paisajes y vocabulario descrito en la obra, ha resultado familiar.

 La historia muestra la relación entre Estela y una niña desatendida por sus padres. La niña busca atención constante y Estela es su único refugio, a pesar de que ambas son conscientes del estatus social que tienen. Cuando Estela no responde decidiendo quedarse callada, la niña se frustra, reflejando la soledad de ambas. El final, aunque sabido en las primeras páginas, deja claro que la niña muere, y ello deriva a la narración de la historia. Quedan dudas, entonces, sobre si Estela está detenida por la manifestación con la que concluye la novela o por el fallecimiento de la niña.

 El lenguaje es rico y detallado, lo que hace dudar de si es Estela quien narra la historia, en la cual se hallan pensamientos existenciales, o es la autora imitando su voz. La obra aborda temas duros, como la explotación y la falta de libertad, y deja preguntas hacia el lector: ¿qué significa la libertad para alguien que trabaja 24 horas al día?  

 Finalmente se puede decir que la obra es una novela incómoda pero fascinante, que engancha desde el principio y deja una huella profunda. Es una historia sobre los invisibles, aquellos que luchan en silencio y cuyas voces rara vez se escuchan. 

 


lunes, 10 de febrero de 2025

CRÓNICA DE LUCIÉRNAGA, DE NATALIA LITVINOVA

 Crónica realizada por Ana Ríos

            Coincidimos en que la lectura de este libro ha sido grata, ahora bien, también en que apunta muchos temas y nos deja con la miel en los labios: puede ser la causa, que la autora viene del campo lírico y la densidad de contenido y una diferente cultura no nos haya permitido captar toda la profundidad de sus palabras; también se planteó durante la tertulia, si esa parte misteriosa o fragmentaria, no puede ser intencionada y símbolo de los silencios impuestos por los dirigentes políticos rusos de las dos épocas que retrata este libro.

           También coincidimos todos los tertulianos en que nos influyen lecturas anteriores, concretamente Carcoma y Betty que recogen mundos femeninos, tan duros como el presentado por N. Litvinova, pero con un lenguaje más descarnado, realista, menos poético. Y, sin embargo, en los tres, las metáforas ocultas, los guiños a los lectores, la simbología, nos resultan inquietantes y mucho más significativas de lo que, sospechamos, logramos percibir.

                El libro se nos presenta dividido en tres partes: la primera y la última son retazos de la vida de la autora, primero en su infancia y ahora su actualidad en Argentina. La segunda parte es absolutamente diferente: hablamos de “realismo mágico”, onirismo, surrealismo,…

                El libro comienza con la dureza del “accidente de Chernóbil” y las consecuencias que tuvo y se callaron, para los habitantes de las poblaciones cercanas. Retrato crudo y tratado con la ingenuidad de la visión infantil, que en esta parte son los principales protagonistas. La autora, desde su infancia, nos plantea temas como la imposibilidad de hablar del desastre de la nuclear, los silencios enconados y llenos de ira de Elena, la abuela paterna, en los que nos deja entrever un pasado de represión política y religiosa, hambruna y, el tema que impregna todo el libro: si eres mujer, peor aún. Pero también nos habla de relaciones materno filiales frías, lejanas o distanciadas, por las circunstancias, de relaciones con los padres más cercanas y afectuosas pero a la vez marcadas por la castración emocional de un patriarcado presente hasta la actualidad, aquí se hizo alusión al capítulo en el que el padre llora por el ratón perdido en el incendio, y las duras condiciones laborales. Así, las mujeres aprenden a ser felices disfrutando con las cosas cotidianas: y esta es la excusa para presentarnos pinceladas, desde un elocuente punto de vista infantil, de la vida en Bielorrusia, en la última veintena del siglo XX y en zonas próximas al desastre de Chernóbil. También hay mujeres que llevan a cabo una “alegre” salida hacia adelante.

           La segunda parte, la más dura, es un mundo femenino, absolutamente descarnado, física y emocionalmente. Onírico, surrealista o simplemente poético. La represión y los castigos tras la 2ª Guerra Mundial. Las abuelas dejan entrever su corazón tímidamente y el panorama se endurece aún más y comprendemos temas tratados en la primera parte.

                Esta tercera parte es un libro completo por sí misma. Recoge su migración a un país y cultura absolutamente diferentes. Su llegada a Argentina se tiñe de negro con un tema arduo: estafados por unos compatriotas, tienen que comenzar su andadura desde la más pura nada; los niños sufren un maltrato injustificado en el colegio, las relaciones matrimoniales no son inmunes a esta coyuntura y muchos más esbozados en el libro. Y llegamos a la actualidad: el padre enloquece, los hombres tienen menos herramientas emocionales, y vuelve con una madre que nunca le dio cariño ni palabras, ellas luchan y consiguen una estabilidad económica, pero emocionalmente es imposible aunque intenten un acercamiento: están devastadas y aun así, el libro es bello.


sábado, 18 de enero de 2025

CRÓNICA DE BETTY, NOVELA DE TIFFANY MC DANIEL

Crónica realizada por Lorenzo

Betty es uno de esos libros que va a tú encuentro. Fue la recomendación de una librera de Castro Urdiales lo que me llevó a leer una historia muy fuera de mis límites geográficos, culturales y de época, pero que me llegó al alma, esa que habita en nuestra nariz.

Tiffany McDaniel escribió este libro con tan sólo 18 años. Layla Martínez nos cuenta en su prefacio que Betty  fue su primera novela. Nadie quiso editarla. Los agentes literarios le decían que era demasiado oscura, demasiado personal y demasiado femenina. Le aconsejaron que eliminara todas las referencias a la menstruación para no incomodar a los lectores, que añadiera relaciones románticas para atraer al público femenino y que cambiase la voz de la narradora por una masculina para vender más. Varios agentes ni siquiera creyeron que las mujeres de su familia hubieran pasado por todo aquello. Pero Tiffany es la hija de Betty, la contestataria, la rebelde, la que es capaz de enfrentarse a todo un sistema educativo vistiendo pantalones cortos y decirle al director del colegio que las mujeres no tienen ninguna responsabilidad sobre los pensamientos lascivos de los hijos de las mejores familias de Breathed. Tiffany, al igual que Betty, no necesita que le regalen flores y que la salven de nada, porque ella es autosuficiente como para saber qué es  lo que quiere contar y cómo lo quiere contar. Entonces Tiffany, al igual que hubiera hecho Betty, se revolvió y escribió 8 novelas más en 2 años y una de ellas, El verano que lo derritió todo, fue un completo éxito, permitiendo a la autora publicar por fin este homenaje a su madre.

Pues sí, estas cosas que nos relata Tiffany les ocurren a las mujeres y a las otras razas diferentes a la blanca. Por eso deben ser contadas, por lo menos hasta que Dios apague las luces del mundo y no vuelva a encenderlas hasta que todos, en tinieblas, comprendamos que somos iguales en esencia. Pero Tiffany hace de la necesidad virtud y nos regala un libro con magnificas descripciones del paisaje y del paisanaje, además de su tremenda maestría a la hora de perfilar la psique de todos los personajes. La naturaleza, el huerto, los Apalaches, el río, la ciudad, la casa. Esa casa a medio derruir, hábitat de una familia en un equilibrio frágil entre el crecimiento y la descomposición. La casa funciona perfectamente como metáfora de su familia, con un padre maravilloso, Landon,  intentando mantener en pie ese hogar en medio de las tempestades que azotan sus muros, tempestades hechas de historias truculentas que ha sufrido la madre de Betty, una mujer poseída por los demonios de su familia, con el abuelo Lark como personaje maligno y depravado, su propia madre anulada por dicho demonio colaborando en las atrocidades y un hermano ahogado por un padre que no ve la viga en su ojo y obliga a comerse la biblia, página a página, como castigo por ser homosexual.

La biblia está muy presente, esto es Estados Unidos amigos, cada capítulo está precedido por un versículo, mientras que el texto, en contraste, destila el pensamiento animista de Landon, lleno de fantasía pura, un ser lleno de luz, contador de estrellas, rescatador de caballos inútiles, capaz de hacer crecer un limonar en cualquier bosque, cuidador infatigable de los suyos, de la naturaleza y de su huerta. Su huerta, otro símbolo vital, que representa cómo crece aquello que amas. El huerto como herencia femenina de su cultura cheroqui. Huerta que se destruye cada vez que hay una tensión familiar, una vez más la tensión del pasado haciendo de las suyas. Porque el pasado no es algo que simplemente existió, pues se hereda, al igual que se hereda el color de la piel y esta herencia familiar, en este caso, es ponzoñosa y tremendamente cruel.

Tiffany dice que Landon es el barro y Alka, el agua, difícil combinar estos dos elementos y que salga algo a flote. La madre de Betty es la plena oscuridad de un pozo negro infinito, en contraste con Landon, que es el cielo azul que se ve desde el fondo del pozo. La madre ejerce de absoluto contrapunto de Landon, y baja a Betty de la nube de fantasía construida por su padre. Pero la baja violentamente, para estrellarla contra la tierra dura sin contemplaciones, contándole dramas fuera de lugar a una niña de 9 años, matando a unos gatos simplemente para hacer daño a la niña que los cuida, siendo muy cruel con una niña que necesita su ayuda y que tan sólo pide un vestido con alas de cigarra en Halloween para parecer una princesa. Su único acto de constricción es cuando reconcilia a Betty con su padre al relatar cómo su padre se sabía las estrellas que lucían las noches en que sus hijos nacieron, para acabar contándole que la noche que nació ella fue la noche más estrellada de todas. Por fin un poco de tregua, al menos este guiño nos acerca un poco a una madre muy poco edificante.

Otro personaje odioso es Leland. Se trata de la perversidad hecha persona, posesivo, aniquilador, manipulador y retorcido, que consigue cometer su fechoría sin que Betty le delate. Tan sólo la autora consigue levantar esa pesada carga a Betty contándonos esta historia, haciendo un tributo a su madre. Gracias por ese final en el que Betty termina repudiando a ese ser inmundo. En contraste con Leland, tenemos a la dulce Fraya, la sensible y cuidadora Fraya, la que se sacrifica por la familia, callando una atrocidad cometida por un ser vil.

Por otro lado, Flossie es la representación misma de la sociedad mediocre americana, construyendo su identidad con los tropezones de la cultura televisiva, como cualquier otro americano medio, con sueños de grandeza que no se cumplen, principalmente por falta de personalidad. Sin gestos de generosidad, siempre pensando en sí misma, maltratando a su hermana por su piel, ni más, ni menos que Ruthis, la vecina rica de los Carpenter, como los profesores, como los ciudadanos que lanzan sus prejuicios misóginos y racistas en el periódico de Breathed.

Parece que el arte es capaz de liberar a las almas atormentadas. Fraya no pudo salvarse cantando, pero Betty pudo superar sus condiciones vitales escribiendo, enterrando todo lo malo en el quinto pino, asimilando su identidad como cheroqui, amando a su padre sobre todas las cosas, enviando a su odioso abuelo las tormentas que le dibujaba su hermano Trustin, arrancando el alma a Leland sin darle nunca tregua. ¡Bien por Betty!

Este libro es tremendo, un dramón, pero rezuma belleza y alegría por vivir. Es un libro de superación, de realismo muy doloroso, pero a la vez está cargado de magia, la magia que rezuma Landon, todo un mito, un personaje de leyenda, artífice del milagro de Betty. El milagro de la construcción de una identidad, que no deja de ser como un parto, un parto que ocupa toda una vida, un parto que en este caso no puede ser indoloro. Tiffany nos relata esta historia y para ello llega al tuétano, a la medula, al nervio central, y duele, duele mucho, pero para llegar ahí hay que romper hueso.

Para cerrar esta crónica recibid un montón de buenas noches de mi parte, todas ellas escritas y guardadas en un bote durante las noches que hemos compartido este libro.